David Lynch Inland Empire , originalmente cargada por Roder ictus . Veo dos torres a los pies de un lago verde. Pretendo visitar el concreto transformado en arte pretencioso de las críticas sociales y la desfunción arquitéctonica, versos en fránces a tres cuartos hacen temblar los huesillos de mis oídos. Como es mal hábito de mi persona, me encuentro sin compañía en el centro del bosque, contando mis escasas bendiciones. Ya me conoces, curioso de lo grande, felíz de lo pequeño. Enúmero con dedos mal manicurados los obsequios de hoy y su paisaje otoñal, y es en mi pluma donde encuentro que de ahora en adelante existe una carencia, la de tu siempre amable compañía. Lo más facíl es remontarse a los once años que tenemos de conocernos, de los otroras en járdines junto a otras personalidades y las risas, paseos y charlas al ocaso. De los encuentros en tu casa donde la misma actividad se disfrazaba de esnobismo y piedrería ante los crisoles del arte de tu padre. La mascára se fue conv
(Si presionan la tecla ctrl y le dan click a las imagenes, las abre en una nueva pestaña en tamaño completo) La ilustración es una interpretación de una foto de una vieja conocida que saqué del facebook, eso es y nada más. Aunque me parece que éstos dibujos son mitad trampa porque la chava es guapa, y eso le llama la atención a cualquiera. Éste es un encargo de tiempos de las olimpiadas chinas, pero creo jamás lo mostré. Fue un ejercicio muy curioso y la historia más: Por aquel entonces vivía en casa de mi novia, pero como cada de vez en cuando, su madre se presentaba de visita por una temporada, su madre que cabe decir era un poco conservadora de ultraderecha, por lo que no podía verme en la misma habitación que con su hija sino era por supervisión Adulta de la de verdad y no "Adulta" como somos nosotros los eternos e inmaduros tontos. Por lo mismo necesitaba un lugar donde vivir mientras esa visita se prolongara. A bendición y fortuna mía, una buena amiga me
Olimpia Agua Fuerte y Agua Tinta 1867 Hay un detalle muy importante que recuerdo de tí, algo que era tan tuyo y reflejaba plenamente lo que eras, una reconstrucción alejada del simulacro de la plata bruñida y la luz rebotando sobre ella, más cercana a la percepción simultánea de dos instantes. Ese diminuto detalle yacia sobre tu escritorio dejandose arrugar y colorear de amarillo por los días dando vueltas, una simple copia de la estampa de Olimpia por Edourd Manet, que te regalara una amistad. Manifestabas un intéres muy peculiar sobre la obra del fránces, de los fusilameintos de Maximiliano, acerca de sus balcones y paisajes llenos de gente en días soleados, querías abstraer todo el impresionismo desde su pintura, la historia de lo que te ocasionaba pasión, la figura del arte y la muerte dilucidarlas de sus trazos. Y esa estampa de Olimpia tan pequeña, con la cual te atrapaba dialogando como una niña pequeña con su muñeca, mirandola como a veces te mirabas al espejo. En algunas