Mientras tanto, en algún lado...
El poltergeist de un sabor artificial a fresa ahoga mi paladar, efectos chocarreros de rojo natural número 8, sandía transgénica y jugo de arándano americano en envase de un cuarto de galón. Fresa de gomita, picante, que no sabe a fruta pero asocias a todos los carteles de la infancia y las delicias artificiales de golosinas.
Deje seco y pastoso en el fondo de la lengua, cigarro caramelizado de azúcar mal refinada, paleta de leche con forma de manita abandonada a las caricias radioactivas de un Apolo invernal.
Desaparece en el gas de un eructo lácteo. Los malestares comienzan nuevamente.
El pequeño dolor de no encontrarme en una playa idílica se cierne sobre mis muñecas al ver vestigios que empíricamente podrían suponerse de arena en la tierra de un parque. Grava trasvestida como conchitas, el calcio de los huesos pulverizados de las costas.
El ruido blanco del tráfico son las mareas lamiendo acantilados de banqueta. Una hormiga pordiosera es un cangrejo, palomas, gaviotas, los charcos en el pasto las insondables profundidades de un mar turquesa.
Ya no es verano, los océanos perdidos en recobrar imágenes de días pasados, consumidos y desechados. También estuve solo esa vez.