De Noche, una historia de vampirismo


5 de Diciembre 6:35 P. M.

En más de una ocasión he pensado en ésta ciudad cómo una prisión al aire libre, donde cada elemento de la población se condena a su celda personal de sueños y envidias que nunca llegarán más lejos que las fronteras marcadas por las carreteras hacía otros estados. De cierta manera sé que la ciudad es enorme, y aún así buscara por su derecho y revés, por sus callejones y restaurantes, por sus ojos y sus piernas, no terminaría de hallar en ella cosas fascinantes, pero es de cierto modo eso lo que me frustra, el que tal vez no hallaré nada nuevo, nada tangible por más que lo busque, por más que todo cambie, la monotonía es tanta que el notarlo es en extremo difícil, cómo si perdieras copos de nieve en una montaña; todos son tan iguales, pero jamás los mismos, es eso, o solo son las nevadas de invierno las que me ponen así.

Desconozco por qué me he quedado aquí tanto tiempo, puede ser esa sensación de que allá fuera todo será peor, o ¿Tendré miedo de lo diferente?, de cierta forma me asusta lo diferente, pero seguro a todos nos pasa; la mujer que no deja a ese terrible hombre que la maltrata, la ciudad que no quiere otro alcalde por miedo a que el siguiente sea peor, las personas que se quedan siempre con ese tipo de amor fugaz y nunca lo transforman en un amor verdadero y entregado, el invierno que no deja de ser frío, y la vida que no cambia a pesar de todo del todo, incluso siento que el universo a perdido iniciativa, cuando todo lo revolucionario que se está sabiendo es solo lo viejo en nuevos colores y tamaños. No hay que ser un genio para saber esto, en nuestras nuevas amistades solo buscamos las antiguas relaciones de cuando éramos jóvenes, queremos encontrarlas en una nueva persona, incluso aquellas personas con las que compartes la cama ya sea una o varias noches, no sé por qué siempre pensamos que será nuevo y diferente mientras lo que buscamos es a la primera persona en las caricias de un millón de amantes. Pero hay algo que irónicamente siempre y de la misma manera promete todo lo nuevo, el transcurso entre el anochecer y el amanecer; la noche.

Siempre llega con ese viento tan igual, con esos colores ocres y morados uno después de otro, y la siempre eterna promesa de algo nuevo; el alimento siempre sabe diferente, la carne de muslos jóvenes y traviesos siempre sabe diferente, incluso la verdad siempre es diferente, todo tan hermosamente desigual que en el día. Creo que la noche se hizo para los deseos, para los sueños, para la tristeza, la soledad, y el amor ¿Qué es el día a comparación de la noche?, el día siempre tan terriblemente real, cenizo, es una perra que te hecha en cara las verdades, la realidad de que la felicidad se encuentra lejos de ti, ilumina siempre que tan horribles somos, en cambio la noche te acoge, la luna siempre entrega esa luz cómplice del amor y de todo lo que no existe, lo único malo es que siempre te hace preguntar, más no da respuestas, esas hay que buscarlas bajo su manto y muchas veces las respuestas encontradas no son más que otra fracción de nosotros mismos que no conocíamos, o queríamos conocer. Pero ¿Realmente el conocerlas te cambia?, nuestras verdades oscuras siempre son vergonzosas, y nos negamos a mostrarlas o a vernos conscientes de ellas, pero allí están, siendo parte de nosotros, de nuestra vida, de nuestros temores, y finalmente de lo que realmente queremos ser. Eso es lo que siento, lo que pienso a cada momento de esta solitaria noche con éste cigarrillo barato como compañía y pareja de mi sombra -! Prepárame algo bueno noche ¡ Hoy saldré a cazar la vida, y a conocerme – Ya veremos que sucede.

6 de Diciembre 7:14 P.M.

Una maravillosa noche terminó y otra comienza, aún siento los efectos de ayer, de la bebida, del maravilloso sexo, de la fascinación. Aún yace tendida en la cama esa persona que me mostró tanto ayer, no debido a sí misma sino a mí:

Ayer por la noche sí que la hice, y es que salir con media botella de Ginebra por sangre, cigarrillos baratos prendidos de tu mano como una pareja, cuero negro por piel y fantasías de autodescubrimiento como el demonio que te posee no es exactamente la mejor forma de solo pasar la noche, es una forma de trascenderla. Salí de éste horrendo departamento con su decoración Bauhaus y sus figurillas latinoamericanas en las repisas para encontrar algo más que muebles negros y arcilla sugerente sobrevaluada. Mi viejo “el Dorado” que tengo desde que la memoria me funciona arranco con un murmullo que sonó al reto de un amante a hacer algo escandaloso, y acepte el reto. Quería probar algo nuevo, tomar un tabú y hacerlo mío, desgarrarlo, fascinarme y luego desecharlo, algo parecido a mi pareja de hace un par de años. Los semáforos y la gente de mirada perdida me guío al centro, a unos de esos cafés a media luz, la fachada que trataba de imitar la arquitectura deco con sus colores pasteles a pesar de ser más bien uno de esos edificios victimas de presupuestos limitados y arquitectos amargados me parecía un buen lugar donde hallarme, a demás se encontraba lejos del barullo de aquellos lounges y antros esnob que frecuentamos tanto las personas jóvenes, púes ya no soporto las platicas acerca de moda y caricaturas del pasado, ahora todos hablan de lo que fue tener un atari y ahora hablan sobre tener un home theatre. Necesitaba a alguien que me platicara sobre sus hijos, sobre la preocupación de un divorcio, alguien que deseara desatar toda la frustración de cuarenta años de inseguridad sobre mi cuerpo, así que estacione mi lata que recuerda en sueños haber sido un Cadillac y entre.

Todo era justo como creí que sería; unos hombres de mi edad en la barra esperando que aquellas cuarentonas de minifaldas y escotes tan forzados bebieran un poco más y tal vez les pagasen la borrachera, Robert Palmer cantando sobre lo irresistible que era sonaba en las pocas bocinas que había, parejas tratando de recordar su relación simulando citas de hace veinte años, oficinistas obesos de sonrisas carnívoras y camareras cansadas de una noche que apenas comenzaba, todos y todas diseminados en unas pocas mesas de madera, todos y todas iluminadas por focos de quince watts todos y todas esperando alimentarse de la compañía y de la oscuridad, todos y todas sin saberlo testigos de mi ser apunto de estallar con la forma de la más falsa esperanza. Ahora me siento como un monstruo, alimentándome de la melancolía de esos pobres, tratándome de sentir mejor viendo, creyendo que son peores que yo, pero en ese momento solo fueron escenografía de mi mayor actuación.

Aquella era mi noche de cacería, así que buscaba a la victima perfecta para alimentar mis inhibiciones, a aquel cervatillo o cebra herido que no pudiera huir de mis fauces, y ahí estaba, con su mano temblorosa sobre un Jack Daniel´s en las rocas, con su mirada húmeda, vidriosa y perdida apuntando hacia el fluir de los demás animales que trataban de vivir a la noche. Un suspiro por amor perdido, una gota de sudor por el agotamiento de vivir tanto emano de su figura que trataba seguramente de mantenerse saludable con malas comidas y productos Light. En el momento que observe cómo lanzaba una plegaria silenciosa hacia un Dios que no escuchaba decidí que era el momento donde toda protección lo había abandonado, el instante perfecto para lanzar mis zarpas y causar el mayor daño para entrar en su alma. Hace mucho que añoraba una victima cómo aquella, que me dejará entrar de pleno en su alma y saciarme de su dolor, mancharme con sangre que deseaba ser dedicada al honor de los sentimientos buenos, ¡Qué idiotez de su parte! no entiendo como alguien que sobrevive durante más de cuatro décadas sufriendo de las traiciones y decepciones de la vida piensa que una noche alguien que parece mostrar algo de interés redimirá su alma perdida donde la educación, los padres, los años y la carne fallaron.

Me acerque como cualquier amante de novela de V. C. Andrews lo haría, con un trago en la mano en sentido de tributo a su tristeza, una sonrisa por más falsa de autocomplacencia, y la intención de escuchar. –“¿Puedo compartir un trago con un alma solitaria?-“.

Su respuesta era por mucho predecible, una sonrisa cansada y una afirmación. Las horas pasaron rápidas, mi hambre de almas incautas nunca me hizo trastabillar en mis movimientos, las personas venían y se marchaban, las parejas bailaron y la cacería de aquellos jóvenes por una mujer madura rindió fruto. Durante ese tiempo me contó las nimiedades de siempre y de hecho eran con las que añoraba llenar mis oídos, recuerdos de niños que se habían convertido en adultos ingratos con sus progenitores, un par de divorcios que mantenían su bolsillo y su corazón un poco más vacío de lo que deberían, algo sobre un gato que nunca estaba en su departamento para una sola persona y toda otra serie de tonterías que solo me provocaban lamer mis propios labios de deseo por alguien desposeído de humanidad, por una maquina que ya no tenía vida.

Le extendí una invitación a mi resguardo en contra de la verdad en el séptimo piso de un edificio nuevo en la calle Clifford, -“Solo será un lugar más tranquilo donde podremos conversar”-. Pobre oveja ignorante de que su destino es el plato de un gourmet guloso. Deje que me llevara en su Lincoln 84 que seguramente es el más triste y practico recuerdo de alguna pareja, lo hice sólo para darle una sensación de iniciativa, en el trayecto sus dientes dejaron aflorar todas las quejas que encerraban sobre su trabajo, sus parejas, de aquellos noviazgos efímeros, y justo en el momento en que parecía que los tópicos llegaban a su fin, arribamos a mi guarida.

-“Pasa por favor y siéntete en la casa de una amistad”- le dije, atravesó el umbral con paso vacilante, sin seguridad de lo que podría pasar, pero yo podía oler lo que mi victima sentía, incluso llego a mi nariz su deseo de que sucediera y simplemente dejé que un viejo disco de Bossa nova cerrara la trampa. Por un momento pensé que podía ver en la alfombra carmesí los restos de decenas de victimas anteriores, huesos y olores putrefactos de otros tantos animales humanos que consumí vorazmente, y que esa persona enfrente de mí con sus ojos de suplica se convertiría en otro exquisito cadáver de mi colección, así que lleve a cabo el último movimiento, un acercamiento a su persona, el agarrar sus manos con cariño y juntar mis labios con los suyos a la pobre luz del amanecer. Su reacción fue inmediata, me rodeo con aquellos brazos moribundos, tanteo las cavidades de mi boca con una lengua raspada de tanto mentirse a si misma y me toco cómo un amante que no sabe que hacer, de forma insegura y temerosa, toda una delicia para mí.

Una chispa que se convierte en sol, una duda que se convierte en entrega, alma y cuerpo dejándose llevar por el vals de Gomorra hasta llenar su seno de cansancio, casi cinco décadas arrastradas al olvido por mi joven pero experta piel. El milagro de tomar algo muerto y darle nueva vida, el placer de arrancarle al final sus alas al fénix, eso fue lo que mis sabanas atestiguaron durante horas, y en éste momento, ésta noche que inicia, mi hambre se encuentra zaceada, ahora no me sirve, lo desechare como la basura que es, al final pensara que todo se encaminaba a que fuera así, tal vez me llame una o dos veces con la intención de tal vez desgarrarme con su boca, pero el teléfono nadie lo contestara, y se irá al panteón junto con todos los dioses y todos los amantes del pretérito, sin saber nunca que ha alimentado a una criatura que come dolor, su recuerdo me será un bocadillo en las largas tardes sin nadie, y al final, el muerto, muerto quedara.

7 de Diciembre 9:07 P.M.

La nevada que recubre a la ciudad cae suavemente, cómo si su pureza no deseara ser corrompida por nosotros los mortales, mi alimento de la noche anterior ha huido con su cuerpo, dejando su olor, su esencia y lo que le quedaba de amor en mi cama. Me alisto únicamente para la salida de ésta noche, ahora por trabajo. La galería exige poco pero al final se queda con demasiado, a demás hoy es la exposición de quien presume ser la nueva versión de Duchamp, veremos si puede llenar las expectativas de todos, incluyendo la mía.

4:26 A.M.

¡Quién lo diría¡ Y yo que pensaba que el trabajo es solo otro lugar donde aburrirse es una tarea tan familiar que es remunerable, pero si que me he traído una buena sorpresa; diré que nunca he visto nada parecido, eso si fue la gloria; jovencitas pseudo intelectuales de la compañía estatal de teatro, soñadores sin talento que optaron por corromperse y se transformaron en críticos “especializados” para revistuchas, la elite intelectual de toda la ciudad (más caníbales que yo, puedo decir), así como un par de directores de cine, creo que uno era Cronenberg. Todo mundo estaba ahí para ver las pinturas que por accidente le dije a Clarisse que expusiera, ahora tengo seguras un par de portadas gracias a esa criatura desdichada que se autollama artista y todos piensan en mi cómo quien trajo a la vista el verdadero arte “novo”, esto me traerá aparte de todo el dinero que ya manoseo en este instante, a carne nueva que saborear con mis ojos y uñas.

Ahora solo espero que toda la avalancha de fama no conlleve algún inconveniente cómo lo serían mirones o gente molesta que no dejará descansar a mi pobre e inocente teléfono celular, en cambio, aguardo que atraiga a esos especuladores ojos que porta según mi asistente alguien de nombre Mardet. Investigue un poco acerca de ese cuerpo llamativo y sonrisa inexistente, y parece que corre con los grandes en la red de arte internacional, pero preguntando a los que se aprecian de ser conocedores, parece que Mardet más bien es un fantasma que caza el más revolucionario arte, sin hacer ruido, solo pagando y llevándoselo para después disfrutarlo con un grupo selecto llamado “Jais” o algo así en privado. El fin de semana estos “Jais” realizaran una exposición especial a razón del día internacional de las bellas artes, seguro que me encontraré con mi deseado postre ahí, así podré cerrar mi comida que ha durado un par de años con un sabroso dulce intelectual.

9 de Diciembre 6:30 P. M.

A lo largo de los últimos cuatro años he probado toda clase de drogas; naturales, sintéticas, probé todo el sexo posible; hombres, mujeres, con no más de 17 años, con más de 70, ningún tabú quedó lejos de mi entrepierna; bondage, lluvia dorada, masoquismo, fetichismo, nada, absolutamente nada. Y ahora todo parece tan efímero, como un sueño del que te despiertan bruscamente a gritos, una pesadilla que disfrutabas secretamente, todo deshecho, todo perdido. La luz que vio Lázaro al escuchar de los labios de Jesús “Talita Cumi”, eso fue lo que paso ayer en la noche, no la heroína, no las aventuras carnales, el verdadero placer se llama Mardet, aún puedo sentir en cada poro, en los labios, en las piernas, los pies, los ojos, mi cabello, en cada parte de mí a Mardet y su sobrehumano tacto; devoró con sus dientes hasta la última de mis inhibiciones y fronteras, aún jadeo del puro recuerdo, y siento en mi cuello la marca de su alocada pasión, de su gótica manera de amar. Esta noche ya sé quien soy, lo que he necesitado toda mi vida es el amar de una forma cómo la que siento en este mismo momento, todo es tan claro ahora, como si pudiera ver y sentir todo mejor, cada rayo de oscuridad que trae la luna me ciega, el sonido nocturno me llena de la misma forma que mi propia sangre, hoy tengo una verdadera vida.

11 de Diciembre 6:35 P. M.

No sé que es lo que sucede, no he podido dar un bocado desde hace dos días, todo lo que pruebo terminó expulsándolo cual veneno, sea líquido o sólido, tampoco puedo ir al baño, no siento la necesidad desde ayer que desperté en mi propia mierda apestando sobre el satín negro de mis sabanas, ya no puedo mantenerme de día, apenas el sol asoma en el horizonte un profundo cansancio contra el cual no puedo luchar me embarga y atonta. Le he dicho a Clarisse que estaré de vacaciones un par de semanas, eso me dará tiempo para recuperarme de lo que sea que éste pasando ¡Dios que sed tengo! Pero a pesar de todo no importa cuanta agua trate de tragar. Me cuesta trabajo respirar, en ocasiones es cómo si mi cuerpo se negara a aceptar el aire, tengo una cita con mi medico en media hora, espero el pueda ayudarme.

11:42 P. M.

Ese imbécil y su estúpido título del Heidelburg no saben nada, ¿Qué sucedió con el anciano bonachón que escuchaba tu corazón y te regalaba una paleta?, ahora todos son adolescentes tarados que solo te sacan sangre y te piden que regreses en dos días por los resultados, todo eso por dos mil dólares, ¡Que se vayan a la mierda! Mardet dejo un mensaje, vendrá mañana a decirme algo importante al parecer por su tono de urgencia, si su mensaje es algo así cómo “Lo lamento, olvide mencionarte que tengo una clase de Herpes que parece la Peste medieval y creo que era contagiosa” me asegurare que no pueda tener sexo ni imaginándolo nunca más. Siento que esta sed va a terminar por hacerme mucho más daño de lo que creo.

Hace años que no me sentía así, no desde que me inyecte esa porquería adulterada con los del Kirov en la fiesta de Natalia, recuerdo el haber pasado dos días en una clínica con algún suero que parecía orina entrando a mi brazo por esa agujota de mierda. Sed, temblores y una diarrea que podría asesinar a todos los peces del mundo, vaya que fue difícil. Aunque ahora es algo diferente, no puedo cagar, orinar, estoy palideciendo y todo se siente lejano, mi cuerpo se encuentra entumido, pero no para moverse sino para sentir, al frío parece costarle trabajo entrar a mis huesos, el viento tan cortante del invierno es para mi solo una especie de aire encerrado, una neblina irrespirable.

Aún me siento bajo el efecto de alguna droga, mi percepción es terrible y asombrosa; la ducha de hace rato fue toda una experiencia, gota a gota, cada una un misil, un alfiler demasiado blando contra mi piel, la mordida de millones de bacterias en mi rostro, el deslizar de liquido vital por mi espalda, mi pecho, pude concentrarme en cada centímetro de mi ser por un momento y ser consciente de que sucedía por todo un eterno segundo, un segundo que cayo hacía el olvido cómo la estaciones caen hacia los años.

Tal vez esto no sea una enfermedad, tal vez es lo que los poetas llaman amor, o tal vez sea salud, posiblemente halla sido una persona enferma y desauceada toda mi vida y desde aquella noche que desperté revolcándome por fuera en mi suciedad desperté de forma inmaculada por dentro. El regalo de la noche, si no puedo mantenerme con los ojos abiertos de día qué importa, si ya no puedo desechar suciedad es porque ahora solo puedo dar pureza, tal vez ya no tenga por qué preocuparme del cuerpo, ahora solo me encargare de mis sentidos, y de la sed, esta… terrible… sed.

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