Fear and Loathing en Tacubaya



La vida ha sido muy extraña desde hace mucho, pero particularmente desde hace unos días, cuando hay el terror de una pandemia mundial que finalizará con el mundo, lo cual de cierto modo no me sorprende, algo así esperaba desde hace mucho, que algo que terminará con la humanidad como la conocemos sucederá en mi vida, en mi juventud, y en el lugar donde vivía, pero he de decir de forma sincera que esperaba más la cuarta guerra mundial, la limpieza religiosa, la revolución o en su defecto el segundo regreso de cristo, no una enfermedad, aunque los sueños desde que tengo 15 año sobre una pandemia mundial y yo caminando por una ciudad desolada no anda lejos de lo actual, aunque aún no pasa que vea a una persona que quiero y le diga “te quiero pero no te acerques, no me toques, quiero vivir un poco más” aún no sucede. Trabajo absurdo donde me enseñan principalmente nada que vaya a hacer dentro de mis funciones, todo cerrado, mi amor demasiado lejano, sólo por que no puede ser sincero, por que no existen palabras ni caricias que reflejen mi sentir, y de cierto modo siento de lo mismo el suyo, el sexo parece sobrar y siempre desearse, vaya cosas.

Y la vida se ve aún más corta Bubba, mi en otrora mejor amigo yace sentado junto a mí más preocupado por guiar a veinticinco imbéciles (25) a través de una mazmorra virtual que el convivir con las mujeres y amigo que andan jugando domino a sólo un metro de nosotros, no enajenadas por esta porquería de luz que lástima y proviene del monitor. Nos contaminamos Bubba, maldita sea, deberíamos estar en una especie de orgía donde todos lloran debido al próximo apocalipsis, tal vez drogas recreativas que nos distraigan del hecho que después de 10 días no hay nada mejor que hacer excepto violar uno al otro y de forma mutua o gastar cantidades insalubres en películas piratas de John Voight, pero bueno, aún no tengo tanta suerte ni el fin del mundo no se sienten taaaaaaaaaaaaaaan cerca.

Aún me queda cerveza y suficientes cigarros para temer más el cáncer que la pandemia, el metal suena de un móvil de una amiga con más tatuajes que tópicos de conversación, así de muchos, así de pocos.

Y te escribo a ti Bubba, por las cervezas que corren por mi estomago y vejiga, por la perra vida que llevo jo jo y copiando al Doctor Thompson, tal es la vida en la ciudad de méxico, un agujero en el cual cabe toda la maldad del mundo en una sola estación del subterráneo.

¡Muerte! Eso es, la muerte, aquí presente, en la computadora de mi viejo mejor amigo ensimismado y estupidizado por un puto vídeo juego, por mis amigas hablando de consumir LCD en la semana, por mi otro mejor amigo orinando y molesto por que no quiere ácido si no es una casa que no conozca, del querer alucinar viendo ilustraciones de Haeronimus van der Eken. Este es mi viernes, y te escribo a tí, Bubba afortunado.

Juega en paz, juega tranquilo, luego te unes al coto.

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