!Ya bailó¡ o Confesiones de un fan de Michael Jackson


Ahora está muerto y ahora puedo decirlo, en los locos noventa y principios de los ochenta me encontraba en una inmensa fascinación por la parafernalia y creaciones del más joven hermano Jackson, recuerdo el tener una copia del Thriller que escuchaba en severas ocasiones al día, y el adjetivo severo aplica en constante y amplio sentido, ya que su escucha no sólo era repetitiva, sino minuciosa, paciente, fría, emocionante así como rigurosa y extensa. Las agujas de la tornamesa debían reemplazarse con alarmante frecuencia debido a mis sesiones de escucha de tal disco, uno azul de Luis Miguel y la orquesta del mar y sus sinfonías marinas, no escuchaba otra cosa. Completaba la experiencia contemplando portadas y contraportadas. Me llamaba la atención el retrato de Michael acompañado por personas disfrazadas de muertos.

Al poco tiempo me dieron el regalo de una maravillosa caja de cuatro por seis pulgadas y una de profundidad en color blanco con una abertura en la parte inferior, en la portada había un rayo de luz blanca descompuesto en sus colores conforme cruzaba del plano inferior al superior saliendo de una montaña, con un fondo de noche, en la esquina superior derecha parecía verse el rostro humanoide de un robot en bajo contraste y desvaneciendose sobre el fondo, en la esquina inferior izquierda un automóvil en colores plateados, similar a un delorian, en colores sólidos y en la base junto con el rayo de luz surgiendo de la montaña, la figura de un hombre delgado con traje blanco, camisa de azul cobalto, sombrero con franja negra cubriendo la parte superior de un perfil y la mano derecha señalando el cielo, y debajo de tales imágenes, enmarcando la base, en piezas de metal redondeadas brillando en tornasoles desde un punto de luz imaginario, resaltando en su relieve de plata, la palabra MOONWALKER. La contraportada mostraba tres fotos, una de un gordito con lentes y vestimenta oscura así como cara de villano, un grupo de niños en plena moda del momento asomando sus caras en un callejón hacía una puerta y otra del hombre de traje en la portada acompañado por otro grupo de hombres con vestimenta similar en colores oscuros en el medio de lo que parecía una bodega, y lo más importante, decía en mayúsculas al tope “MICHAEL JACKSON”, por supuesto, la caja contenía la versión en video casette Beta de la película que anunciaba la portada. Era 1988 y con seis años no podía estar más emocionado.

Por supuesto recurrí a mis conocimientos empíricos de tecnología y conecté enchufes a toma corrientes, y el otro cable que provenía de la videocasetera a lo que parecía el lugar correcto donde conectarlo en la parte trasera de la televisión hitachi de color gris que teníamos sobre un mueble de triplay en color vino con rueditas, sin las cuales jamás hubiera podido llevar la hazaña, sabía que había que prender todo con los botones que decían “ENC.”, uno en rojo, el otro grande, cambiar el canal al que tenía ese nuevo símbolo mejor conocido como “3” y si veía una pantalla azul, entonces sólo debía insertar el cassete con la parte que se abría hacía adentro y presionar el botón que tenía una flechita que era de los más grandes en el aparato. Al principio un par de líneas de estática gris cruzaron la pantalla, después ésta se torno de un gris plano similar al de las nubes cuando llovía, y no pasaba nada, pasaron un minuto, dos, muchos, demasiados, mi anterior emoción sólo se comparaba a la actual frustración de que no pasaba nada, grite, brinque, patalee, pensé que había descompuesto las cosas, o arruinado el vídeo, cosa que ya me había pasado probando con botones y viendo las cosas que tenía detrás la tele, detalles que quedaron grabados en mi mente al tirarla de su lugar en una ocasión, cosa que una fisura en el plástico de una esquina denotaba con una pequeña pelusa roja que salía del interior de la televisión, era como yo, si se cortaba le salía eso rojo que me decían era sangre y que nos llenaba de los pies a la cabeza, yo creía que era una costra en la televisión, y que ahora me odiaba, me rechazaba, al fin el aparato encontraba desquite al contemplar mis primeras emociones de locura, muchos minutos, entonces una pantalla azul con la leyenda “advertencia” en letras grandes, blancas y con una sombra en sus bordes de un rojo brillante, era lo único que alcanzaba a leer con toda la velocidad que una fuerte educación privada de tercero de kinder podía proporcionarme,otras pantallas, más colores, una que decía Videomax, finalmente unos momentos en negro y el sonido de automóviles, la escena de una calle mojada en la noche y la entrada de un cine. Había aprendido que el botón con dos rayitas paradas congelaba la imagen, lo presione, quería leer que decía la marquesina tan similar a la del castillo donde recién había visto Los Aristogatos, y leí: “Vincent Price”, en la parte superior, y en la inferior en letras aún más grandes “Thriller”. Mi mente comenzó a trabajar a todo lo que podía, ¿Qué era Vincent Price?, Thriller era obvio, era el nombre del disco, pero, ¿Vincent Price? Pregunté a quien tuviera en ese momento al lado, nadie sabía, entonces, revelación, había escuchado ese nombre antes, era un alguien, en una caricatura, en los Muppet Baby, en un episodio donde Animal desaparece durante horas y sus amigos lo van a buscar hasta llegar al ático de la casa de Nanny, entonces la escena en blanco y negro sacada de una película que nunca había visto, de un hombre encapado, con un bigotillo que nunca le había visto a nadie y con voz profunda capturaba y encerraba los pequeños muppets y les decía que en breve conocerían a “laminA” y el pequeño Gonzo con su oberol y en abrazo desesperado a su pollita de felpa Camila decía: “No nos haga conocer a lamina señor Prais” a lo cual se unían en coro suplicante sus compañeros: “No nos lastime señor Vincen Prais”, era de ahí, Vincent Price era un anciano de bigotillo, cara dura y voz aún más, que parecía un esbirro de castillo, un vampiro, asistente de científico loco, uno de esos tipos malvados que habita con seguridad en la cima de un risco negro tachonado de rayos y centellas, era él, bien, tenía idea, volví a presionar el botón con la flechita y ahí empezó todo.

Las impresiones que podría dar de la película entera que contenía una colección de videos inicial como Beat it, Bad, y esa donde se Michael se convierte en una especie de burro-liebre en motocicleta mientras huye de los policías de un estudio cinematográfico, otro donde era un viaje aberrante a un parque de diversiones donde bailaba con un esqueleto con cabeza de elefante (El cual yo creía era el famoso y verdadero hombre elefante que todos decían), hasta el contenido de la película en sí con las transformaciones de Jackson en carro, robot, la inclinación de su punto de gravedad cuando baila en el antro bodegón podrían llenar un libro entero, eso era para mí lo que veía en Michael Jackson, fantasía verdadera y al alcance de mi persona, ser cool, frente a pandilleros, tipos malos, policías, chicas vestidas y perifolladas en telas y patiñes rojos, siempre riendo, siempre moviéndose, era maravilloso.

Mi Fascinación continuó por mucho, tenía el videojuego de Moonwalker en mi sega master system, mi colección de pepsi vasos conmemorativos a la gira Dangerous, el vídeo de liberen a willy donde salía Keiko y Michael, una chamarra roja, un póster con Michael jugando basketball con Michael Jordan, y por supuesto desde entonces sé perfectamente como hacer el moonwalk y pararme en las puntas de mis zapatos. Todas estas cosas habían quedado ocultas cuando durante la secundaria y ese video de Black and White. Las personas comenzaban a ver en mal ojo que a los jóvenes les gustará esa música de modo ferviente, era vergonzoso, pararse en puntas y hacer el moonwalk era motivo de risa en las fiestas de quince años que frecuentaba entonces, se había acabado, ahora era un paria de la cultura popular, y resigne todo eso al olvido y a otras pasiones.

Pasaron años, seguía conociendo todas sus canciones, pero ya no sonaban en la radio sino eran Beat it o Billy Jean, me compraron un super nintendo, el último vídeo donde salía mi en otrora ejemplo de frescura era uno con mi por siempre odiado Eddie Murphy de faraón y Jackson, un tipo blanco de nariz similar a las pellizcadas que le hacía mi madre a los sopes cuando los preparaba, que parecía mujer, que bailaba de forma patética, entonces eso pasó, y me olvide de él por mucho tiempo.

Llegaron los chistes sobre él, en Scary Movie, en South Park, la cosa extraña esa de su hijo en la ventana, el matrimonio con la hija de Elvis, y todo lo que me quedaba para recordarlo era escuchar Thriller cuando aparecía el personaje de la Parka en la lucha libre nacional, aún me lo recuerda.

Ahora el niño que hiciera de un éxito de la Billboard el tema de “Ben la rata asesina” ya bailó, habrá una buena temporada de chistes y bromas, en dos años se habrá olvidado lo malo y se le recordará de buena manera por todo lo que presento al mundo en su trabajo y extrañas ideas, en quince años, alguien me preguntará si me gustaba la música de Michael Jackson, y le contaré esta historia, de como de niño me presento muchas maravillas e ideas, y sobre todo, esa de sonreír siempre, enojarse y darle su merecido a los malos, y nunca, pero nunca, dejar de tener fantasías.

Yo era un fan de Michael, supongo aún lo soy, y ahora recuerdo el por que me parecía tan bueno.

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