Sueño de trinchera



A veces es la noche quien se convierte en guerra. Entonces ¿Debería tener un ideal? No.

Somos parte de un grupo de temores, las edades del mundo pasadas por los huesos y todos los dolores que se marcan en líneas de erosión por la cara. Un equipo y una unidad.

Nos defendemos en rebeldía como análogos, un hijo de su padre, contra lo que nos creo, contra lo que es parte de nosotros (mí-yo). Al final, siempre perdemos.

Lo que me asombra de todos mis sueños es que nunca hay nada sobrenatural que no sea  yo mismo como espectador; Sombra y fantasma acercando un oído al corazón de alguien, para invisible escuchar y contemplar.

Pero llega a suceder que algo se puede salvar de esa contemplación, de esos inclusives  y apestosamente deterministas sueños sin descanso. Que aún con sus imagenes de ciudades en collage, los paisajes imposibles y su delincuente población de clíche, que se puede capturar en flash de cierta forma con el razonamiento de los terrores diarios. Se puede salvar una imagen , la señal holistica de que aún puedo amar, con todo y que las manos saque vacías de ese pozo.

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