Falleció el Principe Rana (Comentarios sobre la soledad de mi querida tía Borola)



Parece a veces que la única característica propia de nuestras personas es el alejar cualquier relación de nosotros, sea por querer o no querer con las pálidas maniobras de nuestras propias manos, siendo que todas las dudas o conflictos de la relación quedan como un resentimiento que jamás se platica. Núnca palabras, sólo separaciones.

Siempre nos hace dudar de lo que hicimos o no, así como por supuesto en que momento fue culpa de alguien más al no poder ver que alguna aptitud era de la misma forma que este poder de separación, un carácter intrínseco. Pero ahí golpea otra vez, fuimos nosotros los que no platicamos en ese momento.

Hay algo que siempre viene a mí en languida reflexión cuando aciago lo noctámbulo se tiñe en soledad; Primeramente es una más subconcientemente argumentada culpa que otra cosa, y en segunda instancia, la sensación de que realmente espero el amor caiga en fantasía de novela; Que una furtiva mirada en mis andares revele el corazón que desea entregarse, y es que la voz secundaria que lejos está de ser conciencia dice "Acercate tú". Voz que niego como otro lapsus que entra en conflicto con la tan comóda soledad.

Y pudiera ser eso, que fuera de presentarnos con nuestras habilidades y personalidad esperando la iniciativa de un alma aventurera, tomar el riesgo e invitar a alguien, ser nosotros los que hondemos en diferentes personalidades. Cazando haciendo uso del corazón un señuelo para alguna dulce víctima de nuestros pesares.

¿Valdría la pena el riesgo, convertirnos nosotros en esa voz que desea conocer a alguien suspirando su nombre como presentación? No lo sé, no he podido atreverme a pesar de que existen un par de sonrisas conocidas que encierran la promesa de todos los amaneceres del mañana.

El terror no sólo es la cobardía, o lo agusto del esperar que del cielo nos caiga una estrella, o en remembranza y melancolía, suplicar que el rayo golpee dos veces nuestro ser. Si no la posibilidad, de que el estar solos, es realemnte lo único para lo que somos realmente buenos.

¿Qué hacer? Un viejo amor también vestido de electricidad en mis fantasías me comentó que era el intentar ser sinceros, con nosotros mismos, para con lo que hacemos, y ser consecuentes. No es el camino a la felicidad, pero es el saber como vivir con este desastre que somos nosotros.

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