Mi Vida Con Ella

Hace ya muchos meses, con mi vida fragmentada por las mentiras y queriendo intentar ser verdadero, al menos en una cosa, escribí esto. Se los dejo, en defecto de no poder, escribir otra cosa. Duermo poco y con pesadillas todos los días, el día no es mejor. Un abrazo a todos.





Ví en sus ojos la promesa de un millón de mañanas bajo el sol, de largas y jovenes noches sin nada mejor que hacer que contemplarnos el uno al otro, avergonzados de vez en vez del amor de la mirada del otro, riendonos de lo infantil y precioso de la vida en ese momento que podría ser siempre repetido, con una llamada, con una caricia, más allá de las memorias o de los actos pasados, todo el universo encerrado en su tacto, en la piel de sus dedos largos y finos, y en las flores de su cabello, el olor de todo lo que es primavera, juventud y belleza.


La curvatura de su cadera, su pantalón ligeramente caído y sus piernas libres al bailar, en los pequeños ruidos en su satisfacción de sentirse viva, de estár conmigo, su corazón latiendo en su pecho, en mi oído, la música de su sonrisa al anunciarse en sus labios, un lunar escóndido grande y diferente a su demás piel, su eterna concentración en un mundo inalcanzable para mí, sus pequeños miedos, sus pequeñas victorias, sus hermosas dudas y el ligero pensamiento de no creerse lo suficientemente buena o hermosa. La satisfacción de sus pies cansados y adoloridos de tantos deseos inconclusos, prisa, de llegar a cualquier lado, a otro lado, un lugar diferente, un mundo nuevo y diferente con nadie más que ella y yo. Sus profundos ojos cáfes y lo diminuto de su iris que sólo le da color a todo lo que ve, el reflejo gris del cielo y lo blanco de su cansancio.


Mil surcos y pequeñas arrugas,escondidos en el terciopelo de su cuerpo, un sitio donde esconderse para siempre de lo que es triste, de lo que es vano, el sol en su cabello y los bosques de belleza abrazadora dentro de ellos cubriendo mi rostro.


Nadie más, sólo ella y yo.


La muerte cada instante más lejos mientras estoy con ella, queriendo entender como funcionan las cosas, si son muchas si son nada con la verdad de los humanos y soñado con la de la tierra, y lo que sea que hay entre las estrellas, queriendo ser nosotros, propios y plenos, deseando ser el otro, juntos, uno, sin temor, sin duda, sin temor a lo demás, así nos acostamos, nos observamos en la oscuridad, en la penumbra sólo imaginamos completos los rasgos de la persona que nos acompaña, acercandonos, acariciando labios con labios, ojos abiertos que no pueden enfocar el amor que nos profesamos, pero yace ahí, bajo las pestañas y olas enormes que encarcelan sus ojos, en las comisuras expandiendose en su boca, no siendo felíz para mí, sino por mí. Su mano en mi cabeza, fuerte, firme, queriendo destruirme y verme por dentro amando lo que sea que tenga dentro, queriendolo conocer a través de sólo sostener mi nuca. La toco, en un hombro, ella repite, rozo su rostro con la palma suplicando al presente que ahí se quede, que sea real. Un par de palabras, yo repito, su voz pronuncia mi nombre con cariño, con suplica, la mía repite el suyo atemorizado de todo el cariño que escapa de su boca. Me aterrorizo, no me siento digno, ella es más que yo, que todo lo que mereciera por todas mis buenas acciones, la abrazo, responde, más fuerte, se rinde a mis brazos, deja escapar un suspiro, un gémido, no hay nada que ella quiera más en ese momento, más fuerte, dolor en mis brazos, no se si a ella le duele o disfruta más, es hermoso.


Horas pasan, pequeños toqueteos en otras partes, más prohibidas, más incitadoras, lo que tiene que ser, nada se concreta, no necesita finalizar, sólo seguir, más horas, el sueño nos arropa en satisfacción de una noche juntos, de sólo una, sabiendo que sin importar la distancia, el tiempo, lo que nos separó, jamás ha sido una barrera, jamás lo volverá a ser, solo una noche, el resto de nuestras vidas, en nuestra muerte, en la existencia en otro lado o como otra cosa, estaremos juntos.


Nuestros dedos pasan sobre la espalda del otro, conociendo, rasgando hendiduras, dulces en partes que nos parecen curiosas, firmes y con dolor sobre el músculo, ella se mueve subitamente, arquea la espalda, levanta el cuello, sólo puedo besarlo, ella ríe, le encanta, del pasado, del presente, en el juego de manos y cuerpos es lo que más disfruta, podría pasar lo que queda sintiendo otra carne que la suya de arriba abajo en su cuello, cierra los ojos, sus labios se extienden en su rostro, se abren ligeramente para demostrar su gozo, la elevación de todo lo que siempre quiso hacer, conmigo, con nadie más, me aferro a sus hombros, a su cuello, a los besos cercanos a su seno.


Mía, ella es mía.


Lo digo, ella repite,


tuya, sólo tuya,


mío, sólo mío,


suspiro,


esa es la verdad.

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