Hueco


Tomo mi pluma nuevamente, no hay sabores esta ocasión, sólo labios secos, por las horas de trote en sol, por la huída que religiosamente realizo cada semana, por no querer saberme, encontrar sentido en el cansancio mismo, pero a lo único que pongo atención es al mundo lleno de brillos de agua sobre las hojas por la tarde, la belleza entra, el amor entra. La menesterosidad de la cual busco tanto en rebelarme se disfraza de una máscara cómoda; “Conciliar el deber ser con el querer ser” me dijo un sueño que como los otros, yacen rotos, tan sólo hace unos días ¿A dónde me ha llevado el pensarlo, a realizar unos deberes huecos a cambio de cigarrillos y el detenimiento del fastidio por mi familia cercana? ¿Qué logro al ver esas caras amigas e ignorar sus preguntas de como me encuentro? Siento que lo mismo al garabatear y contemplar el consumido suelo y su basura de otoño, de hojas y paseos anónimos.

Ya es Marzo y nada cambia, una suseción de soles y lunas, entre ellas envejezco y nada más, contemplo esas conexiones pérdidas con belleza personificada desgranarse junto con el tiempo, borrandose en mi mala memoria, dejando de ser instantes para vaciarse en la negrura.

“Maldita inmobilidad estática” me dijo ese sueño quebrado de solarios contaminados, que era tan propia de los hombres y su deseo de un mundo ideal que pretendemos alcanzable. Pienso en lo desconsiderado del mundo al no dejarme obtener ni la paz pasajera de un pequeño derrame de corazón, de mar, por mi boca y no el inutíl flujo de mis ojos durante la plutonía, sino hacia unos oídos cariñosos, de quien sea. He afrontado mis defectos y acciones ( no pocos), no así para con los demás, pero conmigo mismo. El último muro de una nueva vida, sólo ese, la irremediable soledad que parece destino obligado, cósmico.

Si todo es irremediable ¿Cuál es el punto en lo que sea? La aceptación tampoco funciona, se siente mal, como el frío en el cuello, como una mala comida, como en mis labios grises, como mis labios grises.

De nuevo la tarde se apaga en sus fulgores inconfrontables, y no ha pasado nada. Dicen voces tontas que la depresión se desarrollo para purificar los procesos mentales, para darnos como individuos un tiempo de superación y limpieza del consiente. La semiotica de Buda disminuida a una persona y desconsiderando el universo, donde la vida no es sufrimiento, donde el estar vivo es equivalente de sufrimiento.

Veo todo a mi alrededor y a pesar de la miseria, el asco, veo amor y la inherencia que todo es gloria, entonces ¿Por qué no puedo encontrar amor en mí mismo, por mí mismo? Deseo creer que son las estrellas, alguna inefabilidad, mas siento que no es así, que yo solo soy el demonio que me tortura ¿Y el redentor en mi mismo, cuándo abandono esta casa? He aquí la condescendencia nuevamente, una minúscula punta de las muchas del flagelo completo.

Consolidar los deseos con los deberes, no puede ser al revés, no pueden ser los pasados. Sólo quedaría construir nuevos, pero no es real, yo soy ahora el espectro de ese pasado, soy el roble de esa semilla en las costas de Aquerón. No puedo dejar de ser quien soy, no por mí mismo, y nadie tiene la gentil mano del artesano, mi vórtice.

Ahora reflexiono entre la neblina azul de mis garabatos si yo podría ser la mano amorosa, el apéndice que pueda construir y derribar paredes y muros para alguien más, pero hay más pánico que voluntad en mis letras y mis recuerdos no arrojan ningún rostro, ningún disfraz que pueda reconocer como posibilidad.

Sólo me queda mi hueco deber, mis falsos rostros y el odio y miedo de las noches, hasta que me decida a destruirlas, cambiando mi mundo, o borrandome de él.

Ahora que las noches pasan tan lentas Godzilla Haiku me  hace sentir mejor y menos solo como monstruo

Entradas más populares de este blog

Postal al Tecnosimio Omega

La Magia de tu Nombre

La Crónica de Hellstrom